jueves, 7 de enero de 2016

Abuso sexual infantil en el hogar: Perfil de víctimas, delincuentes y contextos

Típicamente suele decirse que sin cuerpo no hay delito. Desde la criminología más clásica y fría, suele hablarse de la pareja criminal, entendiendo por ésta, la unión de dos personas entrelazadas por un mismo hecho delictivo con dos puntos de vista: la víctima y el delincuente. A continuación, se analizan  algunos de los factores implicados en los casos de  Abusos Sexuales Infantiles (ASI).

En primer lugar, una estimación muy gruesa del fenómeno de ASI, situó las tasas en España entre el 4.2 y el 28.8 % según la fuente de información. Cuando se les pregunta a los adultos a cerca de sus vidas, hasta un 19 % de la población adulta admite haber sufrido abuso sexual en algún momento de su vida. Esas fueron las conclusiones de un estudio llevado a cabo por López y su equipo. A primera vista, se puede pensar que es una cifra exagerada pero  tal y como nos dice Kalichman (1993), sólo un 40 % por ciento de ellos se denuncian.Por su parte, de los que se denuncian según, según Ceci y Hembrooke (2001), entre  5 % y un 35 % de los casos en realidad no han sucedido. Una buena parte de éstos se producen en el ámbito de las disputas por custodia. Diversos autores parecen de acuerdo al afirmar  que  cuando hay custodias de por medio, el  33% (Thoennes y Tjaden, 1990) y el 36% (Green, 1986)  de las de alegaciones de abuso sexual hacia al progenitor no custodio, son falsas 1 (citado por Garrido y Masip, 2004).






Este inconveniente es el habitual en el contexto forense y está en dilucidar qué casos son falsos de cuáles son reales. Vayamos con aquellos datos habituales en los casos de ASI reales.


Perfil de Víctima
Hay una serie de condiciones que hacen más proclive el padecimiento de ASI. En concreto, las niñas y las personas con discapacidad intelectual son dos grupos clave de riesgo.  En cuanto a la edad, Almonte, Insunza y Ruiz (2002) han puesto de manifiesto que de 6 a 11 años es la franja en la que se produjeron 27 de los 44 episodios de ASI estudiados: un 61.36 %. En cuanto a las consecuencias de los abusos sexuales son muy diversas,  tal y como detallan varios autores 1,2,3   y merecía un artículo exclusivo.

  

Datos extraídos de  Almonte, Insunza y Ruiz (2002) 2 .



Perfil de la Familia
El  ASI dentro de la familia se da en el 65,9% de los casos, mientras que el 31.8% de ellos se da fuera de la familia2. Las familias multiparentales, aquellas en el contexto de nuevas parejas y las familias monoparentales son los contextos más habituales del ASI 3. De esta manera, en aquellas familias denominadas reconstruidas el riesgo de ASI es dos veces más alto, siendo los casos más frecuentes aquellos desarrollados por la figura del padrastro. Por su parte, un buen número de familias presenta aparente normalidad de cara al público y "los trapos sucios se lavan en casa".
En el seno familiar o cuando el abusador es conocido, es frecuente que  aparezca “la ley del silencio” que no es más que un mecanismo para encubrir el abuso. Para mantener esta ley del silencio es habitual el empleo de amenazas (p, ej: “Si lo cuentas mato a tu madre y  tú y yo nos vamos a la cárcel”) y chantajes. Así mismo, es habitual encontrar una anulación de esa gran figura que es la madre. Con frecuencia esta figura está bajo el control del agresor que usa tácticas de maltrato. Otra manera de anulación es aquella ocurre cuando la madre padece  problemas emocionales o bien está expuesta a cargas de trabajo excesivas fuera de casa. El caso es que el abusador disponga de tiempo.

Podríamos pensar que los abusos sexuales ocurren en lugares tan fríos como las personas que los prepetran pero la realidad es que la mayoría tienen lugar en las  cocinas, los salones y los cuartos de cálidos hogares. Concretamente, el 96,7% de los casos de abusos ocurrió en un sitio familiar para el menor (casa del abusado, en casa del abusador o colegio, mayoritariamente2).

Perfil de Abusador

Según Trabazo  y Azor (2009),  de manera genérica, los pedófilos son mayoritariamente varones, de manera que tan sólo un 13 % son mujeres y un 87% hombres. Un 20% de los abusadores son adolescentes, si bien el grueso de edad tiene de 30 a 50 años , habitualmente están casados y son allegados (profesores, vecinos, etc.) de la víctima y su apariencia es normal, con estilo convencional e inteligencia media.

Hay autores como Becerra (2013) que han indicado  que  este tipo de delincuentes padece más Trastornos de Personalidad, en concreto del grupo C (ansiosos o temerosos): Evitativos, Dependientes y Obsesivo-Compulsivos, problemas de apego en la infancia y en la adultez  y mayor frecuencia de  trastornos afectivos y de consumo de sustancias.  De manera más llana, Perrone y Martínez (2007) indican dos perfiles, los cuales denominaremos el infantilizado y el dominante.

El abusador sexual infantilizado idealiza la figura de la víctima como pura e ideal. Por su parte, es un individuo dulce, inocente, inmaduro y bien integrado dentro de la familia 3. Tal y como nos índice Villanueva: “A la hora de definir la relación, se muestra sumiso, acepta el predomino de su mujer, y puede inspirar ternura, simpatía, lástima y deseo de protección. En este caso, la unión abusador-víctima se caracteriza por un estrecho repertorio de intercambios focalizados en la ternura y la búsqueda de gratificaciones bipersonales”.



Por su parte, el abusador dominante tiene rasgos más  antisociales y suele despreciar el entorno social y son frecuentes las conductas de sometimiento mediante violencia física y/o psicológica 3. Habitualmente su comportamiento es más osado y temerario, y con frecuencia las amenazas están más presentes. 



Sería complicado cerrar este capítulo sin mencionar dos circunstancias dramáticas para el sistema jurídico. La primera es la de los casos que se cierran por falta de pruebas, y es que un 39% de los abusos no deja secuelas físicas 1 . En estos casos, la pericial psicológica es una opción especialmente adecuada. La otra circunstancia dramática es el estigma que representa ser acusado falsamente de un delito de semejante calibre.  Por otro lado, es importante recordar que en la noche más oscura es cuando más brillan las estrellas. Por ello, resulta conmovedor  ver cómo hay auténticos gigantes menores de edad capaces de denunciar a abusadores sexuales y derrumbar sus tiranías. Por estas titanas y titanes henchidos de  valentía hay que recordar que el sistema jurídico-asistencial debe ser lo más cálido y menos invasivo posible. Porque ya es bastante difícil vivirlo como para tener que revivirlo varias y que además de ser víctima de un delito, existe una victimización secundaria y  una victimización terciaria


 Referencias:

Garrido, E. y Masip, J. (2004). La Evaluación del Abuso Sexual Infantil. Ponencia presentada en el I Congreso de Psicología Jurídica y Forense en Red.
2 Almonte, C. , Insunza, C. y  Ruizv, C.  (2002).  Abuso sexual en niños y adolescentes de ambos sexos.  Chil. neuro-psiquiatr. v.40 n.1 .
3 Villanueva, I. (2013). El abuso sexual infantil: Perfil del abusador, la familia, el niño víctima y consecuencias psíquicas del abuso. En Psicogente, 16(30), 451-470