Con frecuencia madres y padres acuden a las
consultas de psicología con una pregunta bajo el brazo: ¿por qué mi hijo o hija
me rechaza? En la mayor parte de los casos esto suele ocurrir en casos de
separación, divorcio o disputa conyugal. Estos progenitores, afectados por el rechazo de sus hijos, suelen haber
buscado en internet pistas de cuál es la causa de semejantes sentimientos. Ya
de base, suelen pensar que es la ex pareja la causante de tal rechazo, a veces con razón. En cualquier caso, y gracias a internet, la suelen venir a consulta con la idea más o menos clara de que lo que les pasa a sus hijos/as es un
Síndrome de Alienación Parental (SAP) o “algo parecido”. Esto quiere decir que,
sencillamente, el progenitor que tiene la custodia está usando al menor (o
menores) para ponerlo en contra del otro progenitor, bien por despecho, rencor
u otros motivos diversos. Los
comportamientos de rechazo de los menores pueden expresarse mediante críticas encubiertas del tipo (“estás
gordo/a” o “no haces nada”) hasta críticas claramente abiertas (“eres un
inútil”, “eres un sinvergüenza” o
insultos diversos) llegando incluso a las agresiones físicas.
Como algunos autores ya han indicado, el
Síndrome de Alienación Parental (SAP),
propuesto por Gadner en 1985, es un término válido en tanto que describe
una realidad, pero que precisa de algunos
matices importantes. El primero de ellos es que no se puede hablar de síndrome
ya que no está recogido en los tratados de Psiquiatría y Psicología (DSM-V y
CIE-10). El segundo matiz es que con relativa frecuencia son otras figuras
familiares (abuelos, tíos o actuales
parejas) las que pueden estar vilipendiando al progenitor rechazado.
Ahora bien, ¿hay otras causas para que un hijo/a rechace a un padre, una madre o un tutor?
Razonablemente, la respuesta es sí.
Y desde luego, aunque el SAP es relativamente frecuente, nos es la causa
principal de que los hijos rechacen a una parte de sus familias y se posicionen a favor de la otra. De acuerdo con el sentido común, un estilo parental negligente
(desatender los cuidados del menor,
castigos altamente desproporcionados o abusos físicos o sexuales, entre
otros elementos) pueden originar reacciones de rechazo en los menores hacia el
padre, la madre o un tutor (Cartié y cols., 2005) de estilo negligente.
Otra de las causas que puede
originar reacciones de rechazo hacia uno de los padres es, nada más y nada
menos, que el elevado conflicto entre ambas partes. De esta manera, cuando
estamos ante separaciones o litigios con una alta conflictividad, los menores
se ven entre la espada y la pared. Entonces, su supervivencia emocional se ve
severamente amenazada. Tal y como nos ilustra Iñaki Bolaños (2002), ante la
separación altamente conflictiva, los niños sienten que están en medio de un
fuego cruzado en el que sienten que deben tomar partido (o tomar posición).
Esta manera de tomar partido, consiste en asegurar el afecto de uno de los dos
progenitores. Por la naturaleza del conflicto
de alta intensidad, ambas partes (madres, padres o tutores) están enfrentadas y
se ven como rivales (al que hay que neutralizar y en el más conflictivo de los
casos, destruir). Producto de este enfrentamiento emocional, los niños se ven
obligados a aliarse (o posicionarse) con un bando (generalmente con el que
viven) y rechazar o agredir al otro para convertirse en aliados activos. Inconscientemente, los menores tan sólo están asegurando su supervivencia emocional. El colmo sería pensar que los niños se van a
quedar quietos viendo cómo las dos personas que más quieren amenazan con
desligarse de la familia que les ha dado la vida. Mirándolo en positivo, se
podría decir que el corazón de los niños es tan grande que son capaces de
rechazar la mitad de su corazón con tal de que permanezca intacta la otra
mitad. Aquí, una adecuada (y asesorada) comunicación de madres y padres (o las
partes en conflicto) e hijos/as puede ahorrar muchos problemas emocionales,
interpersonales y judiciales. Si esto no
funcionara, las soluciones legales como la mediación o la intervención especializada
de programas como el de “Programa Ruptura de Pareja, No de Familia"
o ambos a la vez han de emplearse para resolver la situación conflictiva, de la
cual son principal víctima los menores.
Resumiendo el rechazo de los hijos hacia a los padres, madres o
tutores puede deberse, muy en esencia, a
tres causas que han de analizarse muy especialmente ante una evaluación
pericial:
*Malas
prácticas parentales.
*Elevada
conflictividad.
*Lavado
de cerebro del menor por parte de una figura importante para él o ella (cuyo equivalente
sería el S.A.P)
* fotos extraídas de http://engledow.tumblr.com/
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