miércoles, 17 de septiembre de 2014

Consecuencias psicológicas de la separación de pareja



El ambiente familiar resulta fundamental para un buen desarrollo de la etapa infantojuvenil, de esta manera, cuando el menor se encuentra en un ambiente familiar “tenso” y “conflictivo” es más probable que aparezcan problemas de conducta (McCuller, Sussman, Dent y Teran, 2001; Bray, Adams, Getz y Baer, 2001), generalmente  expresados en conductas delictivas y consumo de drogas.

Habitualmente es el grupo de iguales, esto es, amigos y compañeros el que  también parece estar vinculado a las conductas delictivas pero incluso en este caso, diversos autores (Villar, Luengo, Gómez y Romero, 2003) han informado que el clima tenso en el hogar tiene relación con la elección de grupos de adolescentes problemáticos (Fergusson y Horwood, 1999). El clima familiar inadecuado, además tiene relación con la baja autoestima familiar, la ausencia de valores sociales y el escaso rendimiento y así como el apego escolar (Hops, Davis y Lewin, 1999). Y es que un clima familiar adecuado puede proteger de muchos problemas. Por tu parte, un clima conflictivo en familia puede ser un detonante para conductas de riesgo por parte de jóvenes que como en un su casa sienten que no son queridos (aunque lo sean), pueden buscar el afecto en los brazos más problemáticos. 


Podría pensarse que los nuevos modelos de familia pueden tener algún tipo afectación sobre los menores y es que en aquellas familias aquejadas de separación o divorcio se concibe que “la ruptura de la pareja suele ser uno de los eventos más estresantes […] especialmente para los niños” (Seijo, Novo, Carracedo y Fariña, 2010). Más concretamente, en estos casos, los menores suelen presentar  inseguridad, depresión (Fariña, y otros, 2002; Ge, Natsuaki y Conger, 2006), baja autoestima (Camara y Resnick, 1989), inadaptación personal, familiar, escolar y social (Fariña y Arce, 2008; Schick, 2002), y mayores problemas de ansiedad en general (Demo y Acock, 1988; Fauber, Forehand, Thomas y Wierson, 1990) así como de de ansiedad por separación (Amorós, Espada y Méndez, 2008).


En lo relativo a las consecuencias para los progenitores, Troxel y Mathews (2004) han señalando que el conflicto de los padres es un estresor psicosocial que puede generar alteraciones que se relacionan con el estrés aumentando el riesgo de padecer enfermedades crónicas como hipertensión, enfermedades cardiovasculares, asma y algún tipo de cáncer. En la misma dirección, Ge y otros (2006) afirman que la experiencia de la separación de los progenitores, antes de los 21 años, disminuye la esperanza de vida en cuatro años y, según el Standing Comitte on Legal Constitutional Affaire (1998), estos menores presentan hasta el doble de riesgo de padecer asma.  

Afinando el origen de las alteraciones, varias autoras (Seijo, Novo, Carracedo y Fariña, 2010) han puesto de manifiesto que no es el hecho de divorciarse lo que puede desencadenar consecuencias negativas, sino otros elementos mediadores, tales como las circunstancias previas al divorcio, la calidad marital, la manera en que el proceso es afrontado por los adultos, así como el nivel de conflicto entre los padres. Éstos son fuertes predictores de la presencia de alteraciones de la salud en los niños que han vivido la ruptura de los progenitores (Overbeek et al., 2006). Por tanto y una vez más, parece ser que es el clima familiar conflictivo el causante de las alteraciones encontradas.


En resumen, el buen clima familiar tiene un efecto protector sobre los miembros de la familia mientras que un clima familiar conflictivo conlleva riesgos para la salud psicosocial de los miembros de la familia. Y este efecto puede perdurar en el tiempo, para bien o para mal. Por ello, si se va a separar o ya lo está haciendo le animamos a que ambos progenitores hablen con los  hijos a cerca de los motivos de la separación, dejando bien claro, que tanto mamá como papá les seguirán queriendo (aunque papá y mamá ya no se quieran). Háganlo sin culpabilizar a la otra parte, con respeto  por ambas partes, sin prisas, escuchando a sus hijos y adaptando la realidad de la situación a la realidad que pueden entender los menores. Sin duda, entendemos que puede dar miedo explicar este tipo de cuestiones pero si usted no sabe como abordarlo, menos lo sabrán ellos. 

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