miércoles, 3 de julio de 2013

No se engañe, es más que posible engañarle.


Saber la verdad es algo que ha fascinado al ser humano desde el inicio de los tiempos. Los métodos para intentar descifrarla, a lo largo de la historia, van desde hacer comer pan hasta las torturas más variopintas. Las personas que los aplicaban estaban convencidas de sus métodos precientíficos funcionaban. Siglos después, todavía hay personas que se ven capaces, por sí mismas, de distinguir la verdad de la mentira. Hace ya más de veinte años que diversos autores encontraron que el 72.9 % de las personas se considera un buen detector de mentiras 1. Una cosa es que uno piense que puede detectar la mentira y otra muy distinta es que acierte a la hora de hacerlo. Eco esto, los investigadores Aamodt y Mitchell2 analizaron los resultados de 14 379 personas que debieron juzgar si unas declaraciones eran verdaderas o falsas. Encontraron que la precisión a la hora de acertar  era del 54%. En estos estudios, habitualmente el 50% de las declaraciones que se evalúan son falsas y el otro 50% son verdaderas 3. Teniendo en cuenta que la probabilidad de acierto por azar es del 50 % (dos posibilidades igualmente probables), el estudio de Aamodt y Mitchell pone de manifiesto que, detectando mentiras, somos un 4% mejores que el azar. Puede pensarse que esto se debe a que las personas no tienen  experiencia en la evaluación de la credibilidad. Pero los investigadores tuvieron esto en cuenta y  se analizó la actuación de diversas profesiones: estudiantes, profesionales del  Servicio Secreto, analistas poligráficos federales, investigadores de robos, jueces, psicólogos y psiquiatras, trabajadores sociales, etc. (Ekman y O’ Sullivan 1991). Se encontró que  no existían diferencias sustanciales entre unos y otros. Y es que también se ha estudiado si la policía tiene una mayor capacidad de acierto 5,6,7. Lo cierto es que, independientemente de la profesión y su experiencia en evaluación de la credibilidad,  la tasa de éxito es similar al azar. 

Años después, en otro estudio se investigó en qué medida 22 282 personas podían discriminar relatos verdaderos de aquellos que eran falsos. Una vez más, se obtuvo un nivel de acierto similar al azar, un 53.4 % (Bond y De Paulo)3Y es que tal y como afirma Masip (2005)3 : “los seres humanos somos pésimos detectores de mentiras”. Pese a ello, especialmente en los E.E.U.U., hay métodos muy populares entre los servicios de seguridad basados en detección de la mentira a través de la observación de indicadores verbales y no-verbales. Un dramático ejemplo de estos métodos es el de J.E. Reid y Associates (https://www.reid.com/), el cual es notablemente coercitivo y ha generado , según diversos autores, numerosas confesiones falsas (Kassin, 2004, 2005; Kassin y Gudjonsson, 2004)3.  Se han analizado los entrenamientos en detección de la mentira con resultados poco esperanzadores, un 58% por parte de los sujetos entrenados frente a un 54% de sujetos no entrenados. Los propios autores de este estudio, Frank y Feeley (2003)3, afirmaron que estos bajos resultados podían deberse a la escasa calidad de los programas de entrenamiento.

Por su parte, aparatos desarrollados por profesionales de los cuerpos de seguridad como el método SCAN y los analizadores de estrés vocal también son seriamente cuestionados 3. En lo que respecta a los indicadores no verbales de mentira (cuyos ejemplo puede verse en la serie de ficción policíaca Lie to Me), existen un sinfín de manuales que nos ilustran qué gestos llevamos a cabo cuando mentimos. Así mismo, un detalle importante que suelen mencionar algunos de estos manuales es que debemos fijarnos no en lo que hay, si no en lo que no hay. Por ejemplo, si una persona nos comunica un contenido verbal como: "¡Que sorpresa!" sin que exista ninguna expresión relacionada con la sorpresa (surprise), sería un ejemplo de incoherencia entre la comunicación verbal y la no verbal. Es decir, si se emite una expresión verbal y falta la emoción que la acompaña, esto, generalmente se asocian a la mentira (aunque en realidad, no tiene porqué ser así). 




Según algunos especialistas en comunicación no verbal, tocarse la nariz, rascarse el ojo, tirar del cuello de la camisa o apartar la mirada son ejemplos de conductas no verbales que ponen de manifiesto que nuestro interlocutor está mintiendo (Lieberman, 1998 y Pease ,1981-1988)3. En el año 2003, se llevó a cabo un estudio y se analizaron 158 conductas no verbales 8, de las cuales tan sólo un 15% de ellas tenían alguna relación con la mentira. 



Ahora bien, estos indicadores no verbales de mentira varían mucho de una situación a otra, de manera que no podemos afirmar que hacer tal o cual cosa sea signo de que se está mintiendo, al menos de manera universal, ya que estas claves son muy específicas. Por ejemplo, cuando una persona miente y la mentira no está preparada sabemos que se tarda más en responder. Esto tiene sentido ya que la persona necesita más tiempo para pensar la respuesta y no ser descubierto/a. Por otro lado, cuando la mentira está preparada, se tarda menos en responder ya que la respuesta se ha entrenado. 

Por tanto, determinar la verdad o la mentira de un suceso es algo muy complicado. Por ello nos apoyamos no un método,  si no en varios. El empleo de diversos métodos (entrevistas múltiples, informes, test, etc.) es lo que se ha dado en llamar "metodología multimétodo" (Rogers, 1997), y consiste, en esencia conjuntos de técnicas de probada validez forense. A tal efecto, el Sistema de Evaluación Global (SEG) 9 es, a mi humilde saber y entender, el multimétodo más efectivo, a día de hoy. El motivo es obvio: junta tantos métodos que supone un estudio realmente profundo de la Credibilidad. En esencia, su secreto consiste en que integra muchos métodos de Análisis de la Veracidad del Testimonio (como el CBCA  o Criteria-Based Content Análisis, el SRA   o Statement Reality Analysis y el Reality Monitoring  o RM), que por sí solos funcionan algo mejor que el azar y los junta con otros muchos métodos (al menos dos entrevistas grabadas a la víctima dejando una semana en medio, al menos una entrevista forense, entrevistas grabadas con familiares, observación de los síntomas, informes médicos, denuncias previas, diversos test con control de simulación,etcétera). Además de todo ello, el análisis de todos estos datos ha de ser llevado a cabo por dos especialistas formados en el SEG, y sus resultados han de ser similares entre sí a correlación 0.80 (siendo el máximo 1.0). 

Por tanto, según parece es fácil engañar a las personas pero resulta un poco más difícil engañar a algunos multimétodos aplicados en Psicología Legal y Forense. 


  

Referencias:

1.-Paulo et al. 1997. The Accuracy-Confidence Correlation in the Detection of Deception. Personality and Social Psychology Review, Vol 1, 5, pp. 346-357.

2.-Aamodt, M. y Mitchell, H. (en prensa). Who can best catch a liar? A meta-analysis of individual differences in detecting deception. Forensic Examiner.

3.-Masip, J. 2005. ¿Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo? Sabiduría popular frente a conocimiento científico sobre la detección de no-verbal del engaño. Papeles del Psicólogo Mº 26, pp. 78-91

4 .-Ekman, P., y O’ Sullivan, M., 1991. Who can catch a liar? American Psychologist, 46, 913-920.

5.- Kohnken, G., 1987. Training pólice officers to detect deceptive eyewitness statement: Does it work? Social Behavior, 2, 1-17.

6.- Vrij, A., 1993. Credibility judgements of detectives: The impact of nonverbal behavios, social skills, and physical characteristics on impression formation. Journal of Social Psychology, 133, 601-610.

7.- Vrij., A., 1994. The impact of information and setting on detection of deception by pólice detectives. Journal of Nonverbal Behavior, 18, 117-136.

8.- DePaulo, B. M., Lindsay, J. J., Malone, B. E., Muhlenbruck,L., Charlton, K. y Cooper, H. (2003). Cues to deception. Psychological Bulletin, 129(1), 74-118.

9.-Arce, R., Fariña, F., 2005. Peritación psicológica de la credibilidad del testimonio, la huella psíquica y la simulación: El Sistema de Evaluación Global. Papeles del Psicólogo 92, 2005.